Entre millones y errores: la doble cara del Real Madrid en el Mundial de Clubes
Por: Manolo Dávila Salas.
Más allá del marcador bochornoso que firmó la derrota del Real Madrid ante el París Saint-Germain en el Mundial de Clubes, la participación del conjunto blanco no puede catalogarse como un fracaso absoluto. Al menos no desde la perspectiva institucional y financiera: con una recaudación superior a los 74,6 millones de euros, el club ha asegurado un colchón económico significativo para reforzar su plantilla de cara a la próxima temporada.
Sin embargo, el descalabro deportivo trasciende el resultado. El PSG, actual campeón de la UEFA Champions League y hoy por hoy el equipo más sólido del planeta, expuso sin contemplaciones las enormes grietas del Real Madrid: falta de intensidad, escasa presión alta, desconexión táctica y, sobre todo, una preocupante apatía competitiva de sus principales figuras. Lo más alarmante fue la actitud: una pasividad impropia de un club con tal linaje.
Con apenas seis partidos al frente del equipo, Xabi Alonso todavía está en proceso de construcción. Sería desproporcionado atribuirle responsabilidades mayores en una estructura que venía dando señales de desgaste. No obstante, el exjugador y ahora técnico sabe que deberá marcar pronto una línea clara: su proyecto necesita autoridad, coherencia y, sobre todo, una recuperación urgente del carácter competitivo.
El Real Madrid fue un equipo sin alma ni plan. Ni siquiera los cambios del técnico rival, Luis Enrique, quien retiró del campo a sus jugadores más determinantes con el partido ya resuelto, lograron alterar la inercia de un equipo completamente fuera del compromiso.
Hoy el clamor popular exige respuestas. No solo tácticas, sino estructurales y emocionales. El verdadero reto del nuevo proyecto blanco no es solo fichar talento, sino recuperar el ADN competitivo que históricamente ha definido al club más laureado del mundo.